El show ofrecido anoche por el conocido cantante británico Robbie Williams fue el gran protagonista anoche de la primera jornada del festival Mad Cool, que este año ha estrenado recinto en una parcela de Villaverde Alto, algo que también se ha notado en determinadas cuestiones.
En el ámbito puramente musical, Williams se comió anoche a los 60.000 asistentes al festival, ya que no solo interpretó las canciones más conocidas de su carrera musical, de la que este 2023 cumple 25 años en solitario, sino también por sus ganas de contarles qué ha pasado durante este tiempo e interactuar con un público, que en ocasiones parecía mayoritariamente procedente de su país.
Pese a que en febrero cumple 50 años, el artista sigue derrochando la vena gamberra que le caracterizaba. Luciendo unos vistosos pantalones y camiseta sin mangas de tonos muy dorados, empezó el concierto con las frases «My name is Robbie fucking Williams» o «soy jodidamente famoso, esta es mi banda y este es mi culo», agarrándose a continuación su zona genial.
Sus nalgas volvieron a salir a reducir cuando rememoró su pasado en ‘Take That’ parando la imagen de uno de sus antiguos videoclips precisamente en el momento de que las enseñaba, para dejar caer que les obligaban a mostrarlas para atraer a determinado público y que hoy en día «no se parecen nada a las actuales».
Williams se mantuvo pletórico hora y media en el escenario 1 del Mad Cool, sin competidores potentes en otros espacios, también gracias a un equipo formado por siete músicos, tres coristas y seis bailarinas. Consiguieron que gran parte de los presentes vibraran con sus temas ‘Let me entertain you’, ‘Monsoon’, ‘Strong’ o ‘Rock DJ’, para acabar con los más lentos ‘She is The One’ y ‘Angels’, que tampoco decepcionaron. Hubo muchas alusiones a España e interactuó con varios españoles que le escuchaban.
El otro plato fuerte día fue The Offspring, una cita dirigida igualmente a un público similar al de Willians, aquel que disfrutó de los noventa pero que hoy no se siente especialmente mayor. Quizá el horario no fue el más idóneo, a pleno sol de la canícula madrileña, pero adelantar el cierre este año a las 2 de la madrugada obliga a la organización a programar a algunos grupos a 35 grados.
Por el escenario 2 los miembros de esta mítica banda de punk rock estadounidense desfilaron hits como ‘Pretty Fly (For A White Guy)’, ‘Self Esteem’ o ‘Why Don’t You Get A Job’, que provocaron muchos coros y brincos.
Entre uno y otro concierto hubo tiempo para más. Al anochecer, mucha gente se dividió entre ‘The 1975′ y ‘Machine Gun Kelly’, ambos grupos muy apreciados por el público más ‘british’ del festival. La misma elección tuvieron que practicar los asistentes entre la calidad intimista de Sigur Ros y la energía de Lizzo, que transmitió un buen rollo descontrolado con su música cargada de soul, funky y disco, una de las revelaciones sin duda de la noche.
También muchos tuvieron que elegir entre el rap de Lil Nax X o el indie más clásico de Franz Ferdinand. Hubo para todos los gustos, hasta para escuchar como propuesta sorpresa en uno de los escenarios pequeños a las Azúcar Moreno.
Hoy viernes será el turno de Queens Of the Stone Age, Sam Smith, Mumford & Son, Puscifer, Delaporte o The Black Keys entre las figuras de una treintena de bandas. Aunque los abonos están todos vendidos, aún quedan entradas de día para esta tarde y noche, pero ya no para mañana sábado, la jornada más importante del festival madrileño.
PROBLEMAS EN EL ACCESO Y UN METRO QUE NO DIO ABASTO
Como en otras ocasiones en el Mad Cool, especialmente en la primera jornada, uno de los problemas ha sido las colas en la entrada antes y durante el concierto de Offspring. Cientos de personas tuvieron que esperar, algunas hasta una hora y con un sol de justicia, para poder entrar.
Sí funcionaron para trasladarse hasta el lugar los servicios de Metro, autobuses y Cercanías. Más complicada fue la opción del vehículo privado, o incluso el taxi y el VTC, ya que la Policía, muy presente en la zona, había cortado los accesos rodados, lo que obligaba a una caminata de al menos 15 minutos en cualquiera de las opciones elegidas.
Sin embargo, la vuelta más problemática, ya que no fue escalonada. Casi todo el público salió de golpe a las 2 de la madrugada, colapsando el refuerzo de Metro pagado por la organización hasta las 4 entre las estaciones de Villaverde Alto y Sol (con paradas también en Legazpi y Embajadores). A las 2:30 horas los agentes tuvieron que cortar el acceso porque ya no cabían más pasajeros, que tuvieron que optar por las lanzaderas de autobuses, que a buen ritmo les fueron dejando en Legazpi o Atocha.
En el interior, el nuevo recinto pareció responder a las expectativas, ya que los escenarios principales, no tanto el tercero, son lo suficientemente grandes para albergar cualquier gran concierto con el aforo esperado. También hay barras suficientes para calmar la sed de los asistentes, incluso algunas tuvieron que acortarse, y no hubo colas especialmente largas en la zona de restauración o en la noria.
En cambio, sí colapsaron en determinados momentos los únicos aseos colocados en el centro del recinto, desbordados a la salida de los grandes conciertos, lo que obligará a la organización a replantarse si en próximas ocasiones deben ubicarlos en diferentes lugares para evitar la mala imagen que dieron ayer en este sentido.