La sonrisa de Krahe es el homenaje definitivo al cantautor madrileño fallecido en 2015, y deja para la posteridad en CD+DVD la despedida que un año después le hicieron en la Sala Galileo de Madrid amigos como Joaquín Sabina, Javier Ruibal, Dani Flaco, El Gran Wyoming, Pepín Tre o Pablo Carbonell, entre muchos otros.
El lanzamiento este viernes de este tributo póstumo es lo que ha reunido este jueves en ese mismo escenario a parte de esos amigos, encabezados por el propio Sabina, El Gran Wyoming y Javier López de Guereña, colaborador íntimo de Javier Krahe durante tres décadas de canciones.
«Nosotros no sentíamos la necesidad de hacerle un homenaje porque le sentíamos muy cerca», ha resaltado López de Guereña, quien ha avanzado que el próximo otoño verá la luz también un libro, un «anecdotario», titulado Ni feo, ni católico, ni sentimental, escrito por Federico de Haro.
Por su parte, El Gran Wyoming, colaborador de Krahe durante veinte años en el sello discográfico 18 chulos, ha subrayado que era un «gran amigo que, como el Cid Campeador, ha cobrado más fama después de muerto». «Es que en España hemos hecho siempre unos entierros magníficos», ha apostillado Sabina entre risas.
Ha proseguido Sabina poniendo en valor los tiempos lejanos que compartió con Krahe a finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado: «Por extraño que les parezca, sin ninguna duda el momento en el que me he sentido con más éxito y más feliz en mi vida fueron los años de La Mandrágora».
«Y todos los viajes que hicimos juntos en un ‘cuatro latas’ que aguantó varias vueltas a España hasta que un día se paró en mitad de Guadarrama con un frío del copón. Krahe se bajó, abrió el capó, miró y vio que había dos cables que se habían separado. Les puso un chicle y eso duró justo hasta la puerta de su casa», ha rememorado emocionado.
Y aún ha añadido Sabina: «Era un sabio. Siempre he necesitado maestros, siempre me ha gustado estar con gente que sabía más que yo o que era más decente que yo. El mejor maestro que he tenido en mi vida ha sido Krahe, por eso me siento especialmente huérfano».
«Me puedo reír con las bromas pero a solas en mi casa no me río, se me planta un lagrimón, como diría el tango», ha confesado el cantautor de Úbeda, quien se ha referido a Krahe como «el mejor amigo» que nunca ha tenido, «el mejor interlocutor». «La vida perdió, nos dejó, harto consuelo, su memoria. Viva Javier Krahe, viva Madrid», ha rematado.
Tono similar aunque más jovial en las palabras de El Gran Wyoming, quien ha recordado a Krahe como «la persona que más sabía» que él haya conocido jamás, pues «siempre sabía lo que había que hacer en cada momento». «Solo he tenido fe en un ser humano y era él», ha sentenciado, para luego lanzar entre carcajadas: «Discos no vendía, pero tenía mucha vivencia interior».
Durante la charla en torno a Krahe ha surgido el proceso judicial en el que se vio envuelto por un viejo documental casero en el que cocinaba un crucifijo y del que finalmente fue absuelto en 2012. Un episodio al que tanto Wyoming como Sabina han quitado hierro, pero que ha llevado a este último a apuntar que estaban entrando en el «terreno pantanoso de lo políticamente correcto o incorrecto y la vuelta atrás en la libertad de expresión».
Agregando acto seguido al respecto: «La libertad de expresión se la gana uno a pulso. A los que hemos opinado y cantado y hemos dicho lo que nos ha dado la gana siempre, con Franco y con la democracia, no nos gustan mucho los manifiestos. Yo solo puedo decir viva la libertad de expresión, abajo lo políticamente correcto».