Los pescadores, no entienden que la Consejería de Fomento haya realizado una importante inversión en estas instalaciones portuarias, que se quedan abiertas por la noche.
Los pescadores con licencia para faenar en aguas de Marruecos han agotado este lunes 31 de enero su autorización, ya que la licencia que abonaron a finales del mes de diciembre de 2021, expira en esta jornada.
Así, en los próximos dos meses no podrán volver a faenar en esas aguas internacionales, donde apenas han podido lanzar sus redes durante algo más de una semana, dada la mala mar que han tenido, con continuos temporales de levante que les impide atravesar el Estrecho.
Por otro lado, para la flota de cerco y palangre se volverá a abrir el periodo de pesca en el caladero nacional del Golfo de Cádiz a partir de mañana martes 1 de febrero, aunque muchos esperarán al mes de abril o mayo para regresar a la mar para no agotar la cuota de boquerón.
Otros barcos artesanales se quedarán en la bahía de Barbate para capturar los jureles y las caballas que también tienen buena salida comercial en estas fechas.
Una actividad en el puerto de Barbate que se está viendo afectada por multitud de daños en las artes de pesca, e incluso a bordo de algunas embarcaciones. Los profesionales de la mar vienen desde hace tiempo reclamando más vigilancia en este recinto.
El último incidente ha tenido lugar en la noche de este sábado al domingo.
El patrón del pesquero, ‘Ramona de Joya’, se ha encontrado las redes de su embarcación con las cuerdas cortadas para llevarse los plomos, lo que supone un importante perjuicio laboral y económico.
Así, su responsable ha presentado la pertinente denuncia en el cuartel de la Guardia Civil, lo que permitirá visualizar las cámaras de seguridad del recinto portuario, e intentar reconocer quién o quienes han podido ser los autores de estos hechos. Andrés Barrera es usuario del puerto pesquero de Barbate.
Los pescadores, no entienden que la Consejería de Fomento haya realizado una importante inversión en estas instalaciones portuarias, que se quedan abiertas por la noche, y con escasa vigilancia, lo que también ha convertido el puerto en un botellódromo.