lunes, noviembre 25, 2024
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The Ocean Mapping Expedition regresa a Sevilla tras cuatro años siguiendo la estela de Magallenes y Elcano

The Ocean Mapping Expedition ha puesto fin este miércoles a su vuelta al mundo tras la estela de Magallanes/Elcano tras cuatro años y medio de viaje, más de 1.600 días y 76.000 kilómetros recorridos, lo que constituye casi el doble de la circunferencia de la Tierra.

Así, según un comunicado, el velero suizo Fleur de Passion, plataforma logística de la expedición enmarcada en un proyecto cuyo objetivo es una mejor comprensión del impacto que los seres humanos ejercen sobre los océanos, así como la concienciación acerca de los retos a los que se enfrenta el desarrollo sostenible, ha amarrado en el sevillano Muelle de las Delicias, el mismo que lo vio zarpar el 13 de abril de 2015.

Para celebrar su regreso se ha previsto una ceremonia de bienvenida con gran afluencia de público y la presencia de autoridades de la ciudad de Sevilla, la comunidad autónoma andaluza y la Embajada de Suiza en España para este viernes 6 de septiembre a las 11,00 en el acuario de la ciudad, situado también en el mismo Muelle de las Delicias.

«Hace 500 años, la mayor parte del mundo aún nos era desconocida», afirma Pietro Godenzi, presidente de la Fondation Pacifique, organización sin ánimo de lucro con sede en Ginebra que organiza la expedición. «Los exploradores de aquel tiempo partían en barco o a pie hacia tierras lejanas con una valentía, unas convicciones y una fuerza interior inmensas para acometer descubrimientos que dejarían una profunda huella en su época y, en ocasiones, también en las posteriores».

«Hoy en día, podemos ver cualquier rincón del mundo haciendo clic en un teclado, a excepción de los fondos marinos», señala, y añade que «el mundo ha cambiado radicalmente y los espacios vírgenes se reducen de forma drástica. De un planeta considerado como infinito en su momento, hoy sabemos que es más que finito, que sus recursos menguan, sus espacios se reducen y, de un modo u otro, más que nunca vamos a tener que vivir juntos», ha agregado Godenzi, quien ha destacado que este fue el objetivo que motivó The Ocean Mapping Expedition, más allá de sus misiones formales».

Asimismo, en este comunicado se indica que Ocean Mapping Expedition ha demostrado lo que un velero tradicional puede aportar a la comunidad científica en términos de recolección de datos de campo de referencia, que complementan los recogidos por buques de investigación oceanográfica más clásicos. A lo largo de su periplo, la expedición ha llevado a cabo cuatro programas a largo plazo: sobre la contaminación por meso y microplásticos y la contaminación sonora de los océanos, de monitoreo de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la superficie del océano y de observación del estado de salud de los corales. Asimismo ha realizado cinco misiones específicas, entre ellas un proyecto de cartografiado de la Gran Barrera de Coral.

«Ha sido muy sorprendente comprobar el interés de nuestros socios científicos por todo lo que un velero tradicional como el Fleur de Passion está en condiciones de aportarles en el ámbito de sus respectivas investigaciones», destaca Samuel Gardaz, vicepresidente de la Fondation Pacifique y responsable de relaciones públicas.

«El Fleur de Passion es, por naturaleza, relativamente lento, silencioso y no contaminante. Ha demostrado ser perfectamente capaz de efectuar largas travesías oceánicas, así como de aproximarse lo más posible a la costa o a los arrecifes de coral. Por ello ha sido la plataforma logística ideal para llevar a cabo los programas de nuestros socios científicos, ya se tratase de muestreos de agua superficial efectuados por la tripulación, o de la puesta en marcha y mantenimiento de equipos de alta tecnología que nuestros socios nos confiaban», prosigue Samuel Gardaz.

El programa ‘Micromégas de cartografiado de la contaminación por plásticos’, en colaboración con la asociación Oceaneye de Ginebra, ha revelado la práctica omnipresencia de partículas meso y microplásticas en las 169 muestras de agua superficial analizadas hasta la fecha, de las 208 recogidas en total a lo largo de toda la expedición. La última remesa de pruebas se analizará próximamente.

Por su parte, el programa ‘20.000 sonidos bajo el mar de cartografiado de la contaminación sonora’, llevado a cabo en colaboración con el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la Universidad Politécnica de Cataluña, BarcelonaTech (UPC), es el primer proyecto que tuvo como objetivo sensibilizar a la población mundial sobre el alarmante problema del ruido oceánico elaborando un mapa de ruido del océano alrededor del mundo, grabando continuamente sonidos, identificando organismos marinos, midiendo niveles de ruido y transmitiendo automáticamente los datos a tierra.

«The Ocean Mapping Expedition ha atravesado áreas, particularmente en el Pacífico Sur, donde el ruido del transporte marítimo u otros ruidos producidos por actividades humanas aún no han alcanzado niveles críticos y podría considerarse niveles cero de contaminación, por debajo de 70 dB. re 1 microPa2/Hz, unos niveles probablemente encontrados antes de que la industrialización de la explotación de los recursos oceánicos comenzara hace un siglo, cuando el ruido del océano solo era producido por organismos marinos», explica Prof Michel André, director del LAB.

Por su parte, el programa de observación del estado de salud de los corales, que se puso en marcha en primavera de 2017 en colaboración con la iniciativa CoralWatch de la Universidad de Queenland en Brisbane, ha permitido realizar un total de 1865 observaciones en seis países diferentes entre Australia y Madagascar, en ocasiones en regiones remotas sobre las que no existían datos hasta la fecha. Como media, los arrecifes analizados han resultado tener una buena salud, con la notable excepción de los que conforman la Gran Barrera de Coral en Australia, que sufrían su segundo proceso de blanqueamiento consecutivo en el momento en que la expedición llevó a cabo sus observaciones, entre abril y junio de 2017.

El programa The Winds of Change, iniciado a partir de Filipinas a finales de 2017 en colaboración con la Universidad de Ginebra, ha permitido llevar a cabo un monitoreo continuo y sin precedentes de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la superficie del océano gracias al analizador de metano y dióxido de carbono embarcado en el Fleur de Passion. A lo largo de 30.000 kilómetros y a través de las lecturas realizadas cada minuto por un sensor situado a 16 metros de altura en el palo de mesana (popa), este monitoreo ha revelado que el océano Índico y el Atlántico podrían ser depósitos de gases de efecto invernadero con los que no se contaba.

Gracias a un segundo equipo instalado a partir de Dakar, The Winds of Change pudo medir asimismo los isótopos estables del carbono en el metano y el dióxido de carbono, es decir, su «huella digital», y comprender mejor su procedencia, natural o antropogénica.

PROGRAMA ‘JÓVENES EN EL MAR’

En el ámbito socioeducativo, un total de 60 adolescentes y jóvenes embarcaron como parte del programa socioeducativo ‘Jóvenes en el mar’, en colaboración con la asociación Pacifique de Ginebra. Chicas y chicos, por parejas o en grupos de 5-7, estos jóvenes fueron grumetes a tiempo completo en estancias de dos meses como mínimo, y de hasta cuatro en algunos casos. Finalmente, protagonistas de pleno derecho de esta aventura, 20 dibujantes se han sucedido en residencia a bordo del Fleur de Passion en el marco del programa cultural ‘En el espejo de Magallanes’.

 

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