El equipo científico contratado por la Diputación de Cádiz para localizar y exhumar las fosas de Benamahoma (en el municipio de Grazalema) ha reanudado su trabajo. A finales de octubre comenzó una intervención planteada en el enclave denominado Parque de la Memoria; un espacio habilitado como homenaje y recuerdo a las personas que sufrieron la represión franquista. En este mismo paraje, soterradas, se hallaban las fosas. De noviembre a enero se pudieron recuperar los restos óseos de 20 personas. Un invierno pródigo en intensas lluvias y la subida del nivel freático aconsejaron parar una intervención que se ha reanudado ahora, en verano. Las nuevas excavaciones han permitido extraer otras tres osamentas. Son por tanto 23 las personas recuperadas, distribuidas en cinco fosas.
Pero hay más según indica Jesús Román arqueólogo e historiador que coordina el equipo en el que suman Juan Manuel Guijo, antropólogo forense, y Antonio Domínguez. Los trabajos en Benamahoma pueden prolongarse hasta octubre; tras esta intervención –incluida en el calendario diseñado por la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía– aguardan nuevas búsquedas de fosas en el Parque del Mayeto, en Rota, y en la finca Monte Abajo, de nuevo en Grazalema. Iniciativas que promueve Diputación a través de su servicio de Memoria Histórica y Democrática.
Los 23 esqueletos recuperados revelan, con fracturas en huesos y cráneos horadados por tiros de gracia, que fueron asesinados. Una evidencia, según refiere Juan Manuel Guijo Mauri quien precisa la cautela que debe imponerse en una intervención practicada en un antiguo cementerio, donde pueden aparecer otras fosas con fallecidos por epidemias o hambrunas. En el caso de Benamahoma hay pocas dudas: además de los síntomas apreciados en los huesos se han encontrado balas e incluso un casquillo que induce a pensar que alguna de las víctimas sepultadas fue rematada a pie de fosa. Entre las personas recuperadas hay dos mujeres, una veintena de hombres y otro esqueleto aún por determinar. La mayoría de los ejecutados tienen menos de 30 años y hay alguno por debajo de los 20.
Los restos se custodian en cajas, en un local cedido por el Ayuntamiento de Benamahoma-Grazalema que está aportando maquinaria para el movimiento de tierras además de la asistencia de un operario municipal. Aparecen los huesos, pero también objetos personales. Una de las últimas osamentas exhumadas ha aparecido con un espejo circular, junto al fémur de la pierna derecha. También se advierten rasgos físicos que, en un momento posterior, pueden ayudar a dar pistas sobre identidades: es el caso, por ejemplo, de unos de los ejecutados que era manco.
Las fosas abiertas son de pequeñas dimensiones, presentan restos de cal en su interior y son opuestas a lo que significó el hallazgo de la de Puerto Real donde se apelmazaban más de cien víctimas. Intuye Jesús Román que en Benamahoma se fusilaban en pequeños grupos, se abría el agujero en el viejo cementerio y se tapaba. Sin embargo las estimaciones para Benamahoma apuntan a un saldo muy trágico, considerando que entre 40 y 60 personas fueron fusiladas en la entonces aldea célebre por sus huertas, a medio camino entre El Bosque y Grazalema.
Las víctimas eran abatidas en la tapia que delimitaba la plaza de toros con una fachada lateral de la iglesia de San Antonio de Padua. Los cuerpos eran conducidos al cementerio viejo, limítrofe con la otra fachada lateral de la iglesia.
La cifra de –al menos- 50 ejecuciones fue publicada por primera vez por el historiador Francisco Espinosa en su obra ‘La justicia de Queipo’. En dicha investigación se incorpora el procedimiento sumarísimo 1098, del año 1940, incoado al cabo Juan Vadillo quien fuera responsable del puesto de la Guardia Civil en Benamahoma. En dicha instrucción se concluye que, efectivamente, entre 50 y 60 personas –civiles- fueron ejecutadas por los sublevados en esta población del término de Grazalema. Vadillo fue declarado culpable pero no penó ya que la mayoría de los crímenes quedaron amparados por los bandos de guerra dictados por Queipo de Llano. Más allá de los asesinatos en Benamahoma se sucedieron “actos de pillaje, violaciones y todo tipo de abusos”, según refiere Jesús Román y ha quedado acreditado en investigaciones como la de Francisco Espinosa o las del también historiador Fernando Romero.
Fernando Romero publicó hace años un artículo titulado ‘Falangistas, héroes y matones’, en el que indaga sobre las tropelías cometidas por la centuria falangista Los leones de Rota, liderada por Fernando Zamacola, en connivencia con Vadillo. En esa investigación se profundiza en el saqueo y abusos perpetrados contra la población: “En alguno de los pueblos que liberaron de la dominación marxista se llegó a decir que si eso era la falange, preferían que volviesen los rojos”, cita Fernando Romero. Los sublevados llegaron a Benamahoma a mediados de agosto de 1936, “con el fusil al hombro” según refería el ya fallecido Antonio Domínguez Caro en el documental ‘La memoria se abre paso’ realizado por la Diputación de Cádiz, queriendo reflejar que no hubo refriega ni resistencia alguna en el pueblo.
El más de medio centenar de víctimas sepultadas en Benamahoma no eran únicamente vecinos de dicha población. El Bosque, Villamartín, Prado del Rey… son algunas de las procedencias de estos represaliados según indica Jesús Román, quien hace un llamamiento a las familias que desconozcan el paradero de sus deudos por si quieren participar en las labores de identificación que se emprenderán cuando la excavación concluya. (Al respecto los interesados pueden contactar con el Servicio de Memoria Histórica y Democrática de la Diputación de Cádiz. Teléfono: 956 240 190).
Ya se han tomado muestras de una vecina de Prado del Rey –saliva captada mediante un hisopo- y en los próximos meses se repetirá el procedimiento con familiares de más represaliados. Dichas muestras, y fragmentos de hueso procedentes de las fosas, se trasladarán al laboratorio de identificación genética de la Universidad de Granada donde verifican si hay suficientes concordancias entre los respectivos ADN extraídos, hasta el punto de determinar si existe vínculo familiar.
Benamahoma ya recuperó, hace más una década, los restos de vecinos represaliados. En concreto fueron localizados en la fosa del cementerio de El Bosque en el año 2004 y recibieron sepultura en el nuevo cementerio de Bemahoma en julio de 2005, al final de una ceremonia en la que participó todo el pueblo. Tras aquel acto llegó la creación del Parque de la Memoria cuyo suelo ha tenido que alterarse para sacar a la luz, de momento, a 23 personas.