viernes, marzo 29, 2024
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Gades se dividía en Erytheia y Cotinussa con un canal abierto, según el hallazgo arqueológico en Valcárcel

Los estudios arqueológicos realizados por la Universidad de Cádiz (UCA) en las instalaciones del actual edificio Valcárcel de la capital han demostrado la existencia de un activo fondeadero en los terrenos donde se ubica esta construcción (datada en el siglo XVIII). Por tanto, Gadir-Gades se dividía en al menos dos islas (Erytheia y Cotinussa), no soldadas en la Antigüedad, unidas por este canal con un uso intenso en época fenicio-púnica y romana.

Según informa la UCA en una nota, el investigador principal de este hallazgo, Darío Bernal, ha señalado que representa un «cambio de paradigma paleotopográfico», que confirma parte de investigaciones anteriores (Ponce y Arteaga) sobre hipótesis del canal Bahía-Caleta y que posibilitarán nuevos conocimientos de la ciudad en época fenicia, púnica, romana, medieval y moderna.

Un equipo de 25 investigadores de nueve universidades y centros de investigación de cuatro países diferentes (España, Francia, Italia y Alemania), liderados por la UCA con el CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) y la Universidad de Estrasburgo, han participado en este descubrimiento, de diferentes disciplinas y ámbitos de conocimiento.

El rector de la UCA, Francisco Piniella, ha agradecido el gran trabajo realizado por un grupo de personas cuyos trabajos «han ofrecido unos resultados extraordinariamente relevantes y que cambian la perspectiva y el conocimiento arqueológico e histórico que se tenía hasta el momento de la historia de la ciudad de Cádiz, principalmente de la zona del entorno de la playa de La Caleta, en donde se asienta el edificio de Valcárcel».

Piniella ha anunciado que su rigor y excelencia científicos han permitido descubrir «un importante cambio en el conocimiento arqueológico de Gadir/Gades, en concreto, a partir de las revelaciones relacionadas con el estrecho insular canal bahía-Caleta», debido no solo a la capacitación de su equipo sino también al uso de la tecnología más innovadora y vanguardista en el ámbito de la geoarqueología de profundidad.

Estos estudios, ha recordado, vuelven a poner de relieve «el profundo compromiso de la UCA con el territorio y con la ciudad». Por último, ha asegurado, que estos estudios avanzan que «no existen obstáculo arqueológico para la realización del proyecto de Valcárcel como futura sede de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UCA».

Por su parte, Darío Bernal ha explicado que en la actualidad se encuentran en fase de estudio de las columnas sedimentarias y se ejecutarán en breve nuevos sondeos geotécnicos para verificar la sección completa del canal.

Se comenzó con una preceptiva de actividad arqueológica preventiva –autorizada por la Delegación de Fomento, Infraestructuras, Ordenación del Territorio, Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía en Cádiz–, una excavación arqueológica, para continuar con estudios de laboratorio y la segunda fase de arqueología y geoarqueología. Es la primera vez que se realizan sondeos geotécnicos en Cádiz «de 50 metros de profundidad» y se estudia una secuencia sedimentológica completa.

En la época moderna, se ha constatado nuevos datos para el conocimiento del hospicio y del urbanismo de Cádiz, de estructuras desconocidas como un muro en la parte trasera no visible. Sin embargo, lo realmente relevante para estos científicos ha sido hallar un fondeadero muy profundo, un «excepcional archivo sedimentario soterrado» de gran riqueza de restos arqueológicos –cerámicas, maderas, animales y plantas– que confirma la navegación por este espacio durante la época fenicia, púnica y romana.

Por tanto, según ha afirmado Bernal, «Cádiz fue un archipiélago hasta al menos época romana muy avanzada», un «cambio radical para el estudio del paisaje cultural de Cádiz» y de «la propuesta tradicional y asentada en la comunidad científica».

Entre sus conclusiones, los investigadores afirman que este registro sedimentario de los sondeos del Valcárcel es «único por su profundidad (50 metrod de registro), por su diacronía (3.000 años al menos) y por su contexto (sedimentos marinos en el centro de una ciudad histórica)», aunque también pueda despertar más de un disgusto al corroborar que la playa de La Caleta «no es fenicia». Sus posibilidades son múltiples, para estudios medioambientales, paisajísticos, históricos, incluso para los tsunamis, que también dejaron huella.

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